Las diferentes zonas de perforación bajo tierra —como la zona de oxidación, la supergénica y la zona primaria— varían según el tipo de depósito, el mineral en cuestión y las condiciones geológicas y climáticas locales. No existe una profundidad estándar, pero en términos generales, la zona de oxidación suele encontrarse desde la superficie hasta unos 30 a 100 metros de profundidad, aunque puede extenderse más en climas áridos. Justo debajo se encuentra la zona de enriquecimiento supergénico, donde, en ciertos casos, los minerales se reconcentran en formas más ricas debido a procesos químicos naturales. Más abajo está la zona primaria, que conserva los minerales en su forma original, menos alterada por agentes externos.

Cuando el mineral entra en contacto con agua y oxígeno, puede sufrir oxidación. Esto puede resultar en la transformación del mineral en otras especies secundarias, como óxidos o carbonatos, lo que puede ser positivo o negativo para la viabilidad económica del yacimiento. En algunos casos, la oxidación genera un enriquecimiento supergénico, aumentando la ley del mineral (por ejemplo, en depósitos de cobre), lo que mejora su valor económico. En otros, los metales pueden ser lixiviados y dispersarse, dificultando su extracción.

En cuanto a la concentración de mineral, la zona supergénica puede presentar mayores leyes que la primaria si ha habido un buen proceso de enriquecimiento secundario.