En el ciclo de vida de un proyecto minero, el mayor riesgo para los inversores se presenta en la etapa de exploración y prefactibilidad. Durante esta fase inicial, existe una alta incertidumbre geológica, ya que no se sabe con certeza si existe un recurso económicamente explotable. Aunque el gasto en esta etapa es relativamente bajo en comparación con las fases posteriores, el riesgo de no encontrar un yacimiento viable y, por tanto, no recuperar la inversión, es considerablemente alto. Por otro lado, el mayor esfuerzo de capital o CAPEX se produce durante la etapa de desarrollo y construcción. En esta fase, el proyecto ya ha pasado estudios de factibilidad más detallados, por lo que el riesgo se reduce, pero los requerimientos de inversión aumentan significativamente. Es en este punto cuando se construyen las instalaciones mineras, plantas de procesamiento y toda la infraestructura necesaria, además de la adquisición de equipos de gran escala. Para los inversores, esto significa que el capital más alto se desembolsa cuando el riesgo ya es más gestionado, mientras que en las fases de mayor incertidumbre se invierte menos, aunque con mayor probabilidad de fracaso. Esta relación entre riesgo y CAPEX es clave para evaluar oportunidades en proyectos mineros.