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waldo salas
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Adjunto un micro estudio, para ver que opinan:

¿Es la bolsa o acciones la mejor inversión?
Una afirmación habitual entre académicos y asesores financieros es que “la bolsa, en el largo plazo, es la mejor inversión disponible”. Aunque esta premisa tiene sustento empírico en ciertos contextos históricos, su validez universal es cuestionable y requiere ser analizada críticamente.

En primer lugar, conviene precisar a qué “bolsa” se hace referencia. Generalmente, esta afirmación se basa en el desempeño del índice S&P 500, que representa a las principales empresas estadounidenses y ha mostrado una destacada rentabilidad a lo largo del último siglo. Sin embargo, extrapolar esta experiencia al resto del mundo es conceptualmente erróneo. Existen múltiples mercados cuya trayectoria histórica ha sido muy diferente:

Japón (Nikkei 225): Alcanzó su máximo en 1989 y, más de tres décadas después, aún no lo ha recuperado sostenidamente en términos reales.
Europa (Euro Stoxx 50): Muestra un crecimiento nominal modesto y altamente volátil desde la década del 2000, afectado por la crisis financiera y la crisis del euro.
Chile (IPSA en USD): Ha tenido rendimientos reales negativos o nulos por largos periodos, debido a la depreciación cambiaria, concentración sectorial y factores políticos internos.
China (MSCI China): A pesar de su crecimiento económico, ha experimentado caídas superiores al 60% entre 2021 y 2024, con baja predictibilidad y alta intervención estatal.
La siguiente tabla resume algunas rentabilidades aproximadas:

Índice
Rentabilidad aproximada
Observación
S&P 500 (1929–1954)
≈ 0% real (25 años)
Mercado lateral post-crash de 1929
S&P 500 (histórico total)
≈ 10–11% anual (nominal)
Incluye sesgo de supervivencia
Nikkei 225 (1989–2024)
≈ 0% real
No ha recuperado su máximo histórico
Euro Stoxx 50 (1998–2024)
≈ 3–4% anual (nominal)
Alta volatilidad, bajo crecimiento
IPSA (2010–2024, USD)
≈ 0% o negativo real
Estancamiento en dólares
MSCI China (1993–2024)
≈ 2–3% anual (nominal, USD)
Alta volatilidad y riesgo regulatorio
Esta evidencia empírica muestra que la rentabilidad bursátil a largo plazo no es un fenómeno universal ni garantizado. Los resultados dependen críticamente del país, la moneda de inversión, el índice específico, el horizonte temporal y el régimen macroeconómico-político.

Además, la afirmación de que “la bolsa siempre sube en el largo plazo” omite aspectos clave como:

Las largas fases de estancamiento que pueden durar décadas.
El efecto de la inflación sobre la rentabilidad real.
La dispersión entre mercados regionales.
Por tanto, aceptar esta idea como un dogma absoluto puede llevar a decisiones de inversión mal fundamentadas. Más aún, puede generar una falsa sensación de seguridad al asumir que cualquier inversión en acciones eventualmente será rentable.

En este trabajo se adopta una postura crítica y basada en evidencia: si bien las acciones pueden ser un componente esencial de una estrategia de largo plazo, su inclusión debe evaluarse bajo criterios de diversificación, control de riesgo y robustez estructural. Este enfoque justifica el estudio de carteras multi-activo que no dependan exclusivamente del rendimiento bursátil para cumplir sus objetivos.