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Private Equity: el negocio de transformar empresas

Private Equity transforma empresas, comprando la compañía entera para mejorarla. Genera retornos extraordinarios mediante crecimiento, no solo apalancamiento, superando a la bolsa a largo plazo.
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El private equity es uno de los sectores más poderosos y menos comprendidos del mundo financiero. No cotiza en bolsa, pero mueve más capital que nunca. Opera en silencio, lejos de los titulares, y sin embargo, decide el destino de miles de compañías en todo el planeta.

En este artículo analizamos cómo funcionan estos fondos, en qué se diferencian del public equity (la bolsa tradicional) y, sobre todo, cómo logran generar retornos extraordinarios.

Dos mundos diferentes: public equity vs private equity

A primera vista, invertir en una empresa cotizada o en una compañía privada podría parecer lo mismo: en ambos casos se trata de asignar capital y buscar rentabilidad. Pero las diferencias son abismales.

El public equity (las acciones que cotizan en bolsa) ofrece liquidez, información pública y transparencia regulatoria. En cambio, el private equity se mueve en un entorno ilíquido, de valoración privada y bajo acuerdos confidenciales.

En la práctica:

  • Public Equity: se compra una acción.
  • Private Equity: se compra la empresa entera.

El objetivo tampoco es el mismo. En bolsa, el inversor suele especular con el precio. En private equity, el objetivo es transformar el negocio: mejorar su eficiencia, profesionalizar la gestión y venderlo más caro dentro de unos años.

Los inversores en bolsa suelen ser pasivos, mientras que los de private equity son operadores activos. No observan; actúan.

Las tres palancas de creación de valor

Un estudio con más de 10.000 operaciones privadas ofrece una radiografía precisa del sector: de media, los fondos compraron compañías a 1x EV (Enterprise Value) y las vendieron a 2,3x EV. En otras palabras, multiplicaron por más del doble el valor inicial.
¿De dónde sale esa rentabilidad?
De tres grandes palancas:

  • 54% del valor procede del crecimiento de ingresos.
  • 14% de la expansión de márgenes.
  • 32% de la expansión del múltiplo.

El 54% es la parte más difícil, porque exige ejecutar. Hacer crecer una empresa requiere tiempo, estrategia y gestión. El resto —márgenes y múltiplos— dependen de disciplina financiera y del contexto de mercado.

El impacto de los tipos de interés en el private equity

Durante los años de tipos bajos (2019–2021), la creación de valor se basó principalmente en la expansión del múltiplo.

El dinero era barato. Los fondos podían apalancar más, pagar múltiplos más altos y beneficiarse de valoraciones crecientes al vender. En ese entorno, las valoraciones subían incluso sin mejorar los beneficios.

En cambio, con los tipos altos de 2023–2024, el escenario cambió. La rentabilidad vino del crecimiento de ingresos, no de las valoraciones. Los inversores ya no pagan cualquier precio, y la ejecución operativa vuelve a ser el factor decisivo.

La lección es simple: la liquidez define el tipo de valor que se genera.

El top del mercado: donde el múltiplo manda

En las operaciones más exitosas —el top 25% del mercado—, la expansión del múltiplo representa casi el 40% de la rentabilidad total.

Estas son las operaciones en las que los fondos no solo compran barato, sino que también venden caro, aprovechando los ciclos de euforia del mercado.

Pero esa expansión no llega sola. Requiere ejecución: reestructurar, profesionalizar, reducir costes, mejorar procesos y preparar una historia de crecimiento que el mercado esté dispuesto a pagar.

En ese sentido, el private equity no solo invierte capital; construye narrativas de valor.

Tipos de operaciones de private equity

No todas las transacciones son iguales. Existen cuatro grandes categorías, cada una con su propio perfil de riesgo y retorno:

  • Family → Sponsor: una familia vende su empresa a un fondo.
  • Carve-out: una gran corporación vende una subsidiaria.
  • Public → Private: una empresa cotizada es adquirida y retirada de bolsa.
  • Sponsor → Sponsor: venta entre fondos de inversión.

Rentabilidad según el tipo de operación

Los retornos varían significativamente:

  • Family → Sponsor: 2,9x
  • Sponsor → Sponsor: 2,7x
  • Public → Private: 2,6x
  • Carve-out: 2,3x

Las mejores oportunidades suelen provenir de empresas familiares con margen de profesionalización. Cuando un negocio sólido se gestiona de forma más eficiente, los resultados pueden ser espectaculares.

El tamaño de la operación importa

Otro patrón interesante es el del tamaño de la operación. Las pequeñas suelen generar retornos mucho mayores:

  • <100 millones: 3,6x
  • 100–250 millones: 2,9x
  • 250 millones–1.000 millones: 2,6x
  • >1.000 millones: 2,0x

Las grandes operaciones ofrecen estabilidad y menor riesgo, pero menos potencial. Las pequeñas, en cambio, escalan más rápido y multiplican con facilidad si la ejecución es buena.
Por eso muchos fondos especializados prefieren el mid-market, donde aún hay ineficiencias que explotar.

El tiempo: el factor olvidado en private equity

En el private equity, el tiempo es un arma de doble filo.
Cuanto más tiempo se mantiene una empresa en cartera, más se beneficia del compounding (efecto del crecimiento acumulativo). Pero también se diluye la rentabilidad anualizada (IRR).
Por ejemplo:

  • 3,5x en 3 años = mejor IRR que 5,8x en 7 años.

El estudio muestra que la TIR media por duración sigue un patrón claro:

  • <3 años: 55%
  • 3–5 años: 30%
  • 5–7 años: 18%
  • >7 años: 11%

La clave no es solo multiplicar, sino cuándo lo haces.

El crecimiento como escudo

¿Qué ocurre cuando las cosas salen mal?

El mismo estudio muestra que solo el 7% de las operaciones con crecimiento de ingresos entre 0–10% anual perdieron dinero.

El crecimiento es la defensa más eficaz. Sin crecimiento, no hay múltiplo que salve una inversión.

Esto explica por qué los fondos con mejor desempeño son los que tienen equipos operativos fuertes y capacidad real para transformar empresas, no solo comprarlas.

El apalancamiento ayuda, pero no sustituye la ejecución.

Los errores más comunes en private equity

Las operaciones que más suelen fallar son las carve-outs y las public-to-private.

¿Por qué?

Porque son más complejas.

En los carve-outs, la empresa adquirida suele depender de su matriz en procesos, clientes o tecnología.

En los public-to-private, el cambio cultural y operativo es enorme. Pasar de un entorno regulado y trimestral a uno privado y transformacional genera tensiones internas y fugas de talento.

Ambos casos requieren integración, y ahí es donde muchos fondos tropiezan.

El mito del apalancamiento financiero

Existe una idea muy extendida: que el private equity gana dinero gracias al apalancamiento. Es parcialmente cierto, pero incompleto.

Sí, los fondos utilizan deuda para amplificar los retornos del capital propio. Pero la verdadera creación de valor no viene del apalancamiento financiero, sino de la mejora operativa.

Los mejores fondos no son los que más se endeudan, sino los que mejoran el negocio subyacente y luego usan la deuda como catalizador.

El apalancamiento multiplica los errores tanto como los aciertos.

Rentabilidad media del sector

En conjunto, el private equity ha ofrecido históricamente rentabilidades superiores al mercado público. En periodos de 10 a 20 años, las carteras diversificadas de private equity superan al S&P 500 en torno a 300–400 puntos básicos anuales.

Sin embargo, no todos los fondos lo consiguen. La dispersión entre el mejor y el peor cuartil es enorme.

Los mejores fondos generan TIR del 25–30%, mientras que los peores apenas alcanzan el 5–8%.

La diferencia está en la ejecución, en el momento de entrada y, sobre todo, en la disciplina de salida.

Lo que ha cambiado con los tipos altos

El contexto actual ha alterado las reglas del juego.

Con los tipos al 5%, el coste del capital se ha disparado. El acceso a financiación es más caro y más selectivo. Los múltiplos de compra han caído, y los fondos se ven obligados a crear valor con operaciones reales, no con ingeniería financiera.

Esto ha devuelto el protagonismo a la gestión: los equipos que saben operar, crecer y generar caja están ganando.

Los que vivían de la expansión de múltiplos, simplemente, no.

Riesgos estructurales del private equity

El private equity no está exento de riesgos. El más evidente es la ilíquidez.

Los fondos suelen tener un horizonte de 7 a 10 años, lo que implica que el capital queda bloqueado durante ese tiempo. Para inversores particulares, esto supone renunciar a liquidez y asumir que la rentabilidad llegará, pero tarde.

El segundo riesgo es el apalancamiento excesivo. Cuando los tipos suben o el entorno económico se debilita, la deuda puede convertir una operación rentable en una ruina.

Y, por último, el riesgo de sobrepago. En los últimos años, muchos fondos compitieron por los mismos activos, elevando precios y reduciendo márgenes futuros.

El exceso de capital buscando oportunidades ha reducido los retornos esperados.

Reflexión final: el arte de transformar y vender caro

El private equity no es magia ni especulación. Es ejecución, tiempo y disciplina.

El secreto no está en el apalancamiento ni en los múltiplos, sino en transformar compañías. Mejorar márgenes, profesionalizar equipos, optimizar el capital y vender en el momento adecuado.

Cuando todo encaja, convierten 1 dólar en 2,3.

Pero como en toda inversión, el éxito depende del contexto. Con tipos bajos, el mercado premia el múltiplo. Con tipos altos, solo sobrevive quien genera crecimiento real.

Por eso, el private equity sigue siendo una de las clases de activo más fascinantes del mercado: mezcla de capital, estrategia y psicología.

Y aunque no cotice, su influencia se siente en cada esquina del mundo corporativo. Porque, al final, como dice un viejo gestor de fondos:

“En bolsa se apuesta por el futuro. En private equity, se construye.”

Preguntas frecuentes

¿Qué es el private equity y cómo funciona?

El private equity es una forma de inversión en la que fondos especializados compran empresas privadas o retiran de bolsa compañías públicas con el objetivo de transformarlas, mejorar su rentabilidad y venderlas a un precio superior en un periodo de 5 a 10 años.

El public equity se refiere a acciones cotizadas en bolsa que ofrecen liquidez inmediata y transparencia. El private equity invierte en empresas no cotizadas, sin liquidez inmediata, pero con un control total sobre la gestión y estrategia empresarial.

Históricamente, los fondos de private equity han generado retornos superiores al mercado público, con TIR que oscilan entre el 15% y el 30% en los mejores casos, superando al S&P 500 en aproximadamente 300-400 puntos básicos anuales en periodos largos.

Los principales riesgos incluyen la ilíquidez del capital durante 7-10 años, el apalancamiento excesivo que amplifica las pérdidas en contextos adversos, y el riesgo de sobrepago por activos en entornos competitivos con exceso de capital.

Los tipos de interés impactan directamente en el coste de financiación y en las valoraciones. Con tipos bajos, los fondos pueden apalancarse más y pagar múltiplos elevados. Con tipos altos, deben centrarse en el crecimiento operativo real para generar rentabilidad.

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