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Resumen macro de la semana
Esta semana ha habido bastantes eventos interesantes que analizar y, a continuación, listo las noticias más destacadas. Vamos allá:
Los datos de inflación, aunque todavía en niveles más que razonables, mostraron un incremento incómodo tras unos meses de lecturas positivas. La realidad es que, después de un año de trayectoria descendente, parece que las alzas de precios están volviendo a coger ritmo, y las medidas de déficit y reducción de impuestos que Trump ha prometido tan solo añadirían gasolina a este fuego.
A pesar de que las cifras muestran una tendencia no tan positiva, los mercados siguen descontando otra bajada de tipos en diciembre (82%) y otra en enero, si bien el camino ahora no parece tan claro. Powell, en su conferencia del jueves, no hizo nada por reducir esta incertidumbre, sino todo lo contrario.
La economía no está mandando ninguna señal de que debamos apresurarnos a reducir las tasas de interés.
— Jerome Powell
De hecho, otro de los miembros de la FED, Thomas Barkin, fue incluso un paso más allá, y dijo, abiertamente, lo que ya todos sabemos sobre el objetivo de largo plazo del banco central.
Los últimos 30 años han sido muy propicios para una baja inflación; los próximos 10 años pueden ser más inflacionarios con los déficits, desglobalización y poblaciones envejecidas.
— Thomas Barkin
La FED ya ha preparado el terreno para mover la meta.
Donald Trump ha empezado a configurar su gobierno, con un alúd de nombramientos en esta semana. Entre estos, destaca el de RFK Jr. como secretario de salud. El perfil de RFK es marcadamente anti grandes farmacéuticas y quiere revolucionar la alimentación y la medicina del país, en lo que potencialmente puede tener un efecto disruptor (que ya empezó a reflejarse en las cotizaciones) en las grandes farmacéuticas y empresas de comida rápida y productos ultra procesados. Estaremos atentos por si alguna de estas compañías da oportunidades por verse arrastrada sin tener afectación real significativa.
Gazprom ha comunicado a Austria que suspenderá las entregas de gas natural a partir del sábado 16 de noviembre (o sea, de hoy), según informó una plataforma de monitoreo de flujos de gas. Austria sigue siendo uno de los pocos países europeos que depende significativamente del gas ruso, mientras que gran parte del continente ha reducido estas importaciones desde la invasión de Ucrania en 2022. OMV aseguró estar preparada para este corte y confirmó que podrá seguir suministrando gas a sus clientes gracias a acuerdos de transporte con Alemania e Italia, contratos a largo plazo con otros proveedores y el acceso a gas natural licuado (GNL) desde los Países Bajos. Sin embargo, esta situación podría agravar la crisis energética en Austria, donde la demanda de gas ya ha caído significativamente, afectando al sector manufacturero y contribuyendo a la recesión económica.
El contrato de tránsito de gas entre Rusia y Ucrania, que abastece principalmente a Austria y Eslovaquia, expira a finales de año, y Kiev ha reiterado que no renovará el acuerdo. Aunque el comisario europeo de energía, Kadri Simson, aseguró que existen fuentes de suministro alternativas para cubrir el déficit, este cambio refleja una mayor presión sobre los países que aún dependen de las importaciones rusas.
Europa está consumiendo sus reservas de gas más rápidamente de lo previsto, y con el aumento de los precios para el verano, Alemania, como principal consumidor, ha advertido sobre los riesgos de reabastecimiento para la próxima temporada de calefacción. La diferencia de precios entre los contratos para el próximo verano y el invierno 2025-26 se está ampliando, lo que hace poco rentable comprar combustible para reponer inventarios. Los operadores ya están enfocándose en el próximo invierno y en el objetivo obligatorio de la Unión Europea de mantener sus reservas al menos al 90% de su capacidad para noviembre del próximo año. Si los costes más elevados llevan a que los actores del mercado privado —desde empresas de servicios públicos hasta casas de comercio— retrasen las recargas el próximo verano, los gobiernos podrían verse obligados a intervenir, añadiendo incertidumbre a un mercado ya volátil.
Como ya venimos diciendo desde hace dos años, Europa no puede competir sin la energía barata importada de Rusia, y ya son varias voces, como la del primer ministro de Hungría, Viktor Orbán, que instan a la Unión Europea a reconsiderar las sanciones contra Rusia, argumentando que estas mantienen los precios de la energía elevados y perjudican la competitividad económica del bloque. Orbán destacó que las empresas estadounidenses pagan apenas una cuarta parte de lo que sus homólogas europeas gastan en gas y electricidad, creando una desventaja competitiva difícil de superar.
En la cumbre climática COP29, celebrada en Azerbaiyán, las tensiones sobre el papel de los combustibles fósiles y la transición hacia energías renovables quedaron en evidencia. La cumbre, que también busca movilizar cientos de miles de millones en financiamiento climático, se produce en un momento en que eventos extremos como incendios y lluvias intensas refuerzan la urgencia de actuar. Aprovechando esta misma cumbre, la administración de Joe Biden está delineando un plan para triplicar la capacidad nuclear de Estados Unidos para 2050, destacando la creciente demanda de esta tecnología como una fuente continua de energía libre de carbono. El plan contempla añadir 200 gigavatios (GW) de capacidad mediante la construcción de nuevos reactores, la reactivación de plantas y mejoras en las instalaciones existentes. Este enfoque también podría tener continuidad bajo la administración del presidente electo Donald Trump, quien ha abogado por nuevos reactores nucleares para abastecer de electricidad a industrias intensivas en energía, como los centros de datos y las fábricas. Además, el respaldo bipartidista en el Congreso se ha consolidado con la aprobación de una ley en julio que dota a la Comisión Reguladora Nuclear de herramientas para agilizar la regulación de reactores avanzados y licencias para nuevos combustibles.
Aunque el anuncio es ciertamente relevante para la tesis nuclear, Aleix puntualizó la información con un choque contra la historia y la realidad:
Aunque la propuesta de Biden de triplicar la capacidad nuclear de EE.UU. tiene un mensaje ambicioso y respalda la energía nuclear como una opción viable de energía limpia, la realidad nos muestra que el camino es mucho más complejo y menos alcanzable de lo que parece en papel.
Desde el año 2000, solo tres reactores -y recalquemos, no tres plantas completas- se han sumado al mix energético estadounidense, y dos de ellos en la misma instalación: Vogtle, en Georgia. En total, hablamos de apenas 3.5 GW adicionales. Ahora, la administración plantea agregar 200 GW en el mismo lapso de tiempo, lo cual implicaría multiplicar por 60 la capacidad nuclear instalada desde el inicio del siglo.
Esto no solo suena irreal, sino que está desfasado de los factores prácticos y económicos. El sector nuclear en EE.UU. enfrenta barreras burocráticas enormes; los proyectos requieren la aprobación de múltiples agencias y llevan años en trámites. La falta de personal cualificado y numeroso, sumado a la complejidad técnica de construir plantas de manera simultánea, hace que el plan no sea factible en un corto plazo. Y en cuanto al coste, los números no cuadran. Los reactores de Vogtle 3 y 4, cuyo proyecto comenzó en 2009 y debía concluir en 2017 con un presupuesto de 14.000 millones de dólares, terminaron conectándose en 2023-2024, costando más de 35.000 millones de dólares, una cifra completamente desorbitada y difícil de justificar para los operadores.
Si en EE.UU. ha resultado un desafío casi insalvable construir dos reactores a tiempo y dentro de un presupuesto razonable, ¿cómo pretenden multiplicar el modelo a una escala 60 veces mayor? Solo Rusia, China y en menor medida Corea del Sur han demostrado capacidad para ejecutar proyectos nucleares de forma eficiente en tiempo y costes. El resto, incluyendo potencias nucleares tradicionales como Francia, arrastran una tendencia de sobrecostes y retrasos crónicos.
Cada vez parece más claro que nos acercamos a un evento de musical chairs, donde un contrato se quedará sin satisfacer, en tanto que alguna utility, con libras contratadas, no tendrá material que recibir. Esta semana, hemos tenido dos noticias que ya presagian este destino:
Rusia ha impuesto restricciones a la exportación de uranio enriquecido a Estados Unidos. Aunque el país americano ya había impuesto medidas análogas para la importación, existía la posibilidad de conceder una excepción a las utilities, haciendo que de factofuese simbólica. Ya no.
Kazatomprom sigue firmando compromisos con China. Con los problemas operativos y de ramp-up que enfrenta la empresa, está firmando contratos por mayor volumen del que pueden realmente proporcionar. Eventualmente, habrá que incumplir algún contrato. Y no serán los de China.
Cuestión de tiempo.
Los inventarios de petróleo de Estados Unidos, aunque aumentaron esta semana en la categoría de crudo, fueron muy alcistas en cuanto a la demanda de productos: +2.09Mb de crudo, -0.69Mb en Cushing, -4.4Mb de gasolina y -1.39Mb de destilados. Tanto los datos de demanda implícita como los fundamentales siguen en clara tendencia alcista. A nivel mundia, hemos conocido (por parte de la IEA, nada sospechoso) que, en septiembre, las reservas mundiales de petróleo cayeron en 47.5 millones de barriles, marcando su nivel más bajo desde enero (déficit implícito de 1.58Mb/d). Además, los datos provisionales de octubre sugieren que esta tendencia se mantiene, con una disminución de reservas globales por quinto mes consecutivo.
Sin embargo, la IEA, fiel a sus principios, no deja que la realidad le estropee un buen modelo: han vuelto a publicar sus previsiones para 2025, en la que ven un superávit consistente de ~1MB/d, incluso con los recortes de la OPEC manteniéndose, a caballo de una oferta que sorprenderá al alza. Para entender cómo funciona la lógica de estas ideas, lo mejor es observar lo que ha hecho esta semana la EIA: tenían una previsión de 0.92Mb/d de aumento de demanda para 2024. Al ver que se quedaban cortos, la han subido a 0.99Mb/d, pero para no cambiar sus modelos de largo plazo, han bajado la de 2025 de 1.29Mb/d a 1.22Mb/d, de modo que todo queda igual. Y se quedan tan tranquilos.
Mi opinión es que, como casi siempre, deberán corregir estas cifras conforme observen los datos y entiendan la física. Hace unas semanas veíamos cómo revisaban sus previsiones de crecimiento (hechas en septiembre) a la baja para USA, y en noviembre han vuelto a rebajar estas expectativas. Esto seguirá hasta que muestre que no habrá ya crecimiento alguno.
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