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Otra semana espectacular para la publicación, con mucho contenido de valor, como el directo mensual para suscriptores, donde repasamos la cartera modelo y sus principales ideas y respondemos a todas las preguntas que se plantean, y una rentabilidad asimismo muy positiva: +4.01% en la semana.
En la parrilla de los próximos días, además del análisis de una nueva idea de inversión, tendremos también un artículo de análisis geopolítico sobre Argentina, que permitirán contextualizar mejor algunas de las ideas que hemos tratado recientemente.
Resumen macro de la semana
Esta semana ha habido bastantes eventos interesantes que analizar y, a continuación, listo las noticias más destacadas. Vamos allá:
El euro cayó a un mínimo de dos años, mientras que el dólar continuó fortaleciéndose tras la publicación de datos contrastantes de actividad empresarial en diversas regiones. El PMI compuesto preliminar de la eurozona se desplomó a 48.1 en noviembre, su nivel más bajo en diez meses y por debajo del umbral de 50 que separa la expansión de la contracción. En el Reino Unido, el PMI también cayó, situándose en 49.9 frente al 51.8 de octubre. Esta contracción, la primera en más de un año, refleja una desaceleración económica exacerbada por el plan del gobierno británico de aumentar los impuestos corporativos. En marcado contraste, el PMI compuesto de Estados Unidos subió a 55.3 en noviembre, su nivel más alto desde abril de 2022, impulsado principalmente por el sector servicios, que contrarrestó la debilidad persistente de la manufactura.
Los datos de Europa son claramente preocupantes, y la región, lastrada por políticas energéticas y fiscales deficientes, no levanta cabeza. Los mercados, de hecho, ya esperan 150pb de recortes de tipos por parte del ECB para 2025, lo que pondría más presión todavía en el par EURUSD, potencialmente arrastrándolo por debajo de la paridad.
Este desarollo vuelve a poner en el foco la Dollar Milkshake Theory, que plantea que el dólar estadounidense, como moneda de reserva global, actúa como un imán financiero que atrae capital hacia Estados Unidos, impulsando su apreciación y creando una dinámica de succión de liquidez a nivel mundial.
Uno de los pilares de esta teoría es el diferencial de tasas de interés. Estados Unidos ofrece tasas más altas en comparación con otras economías principales, lo que convierte al dólar en un atractivo destino para inversores en busca de mayores rendimientos. Este flujo de capital incrementa la demanda del USD, fortaleciendo aún más su valor. A ello se suma la percepción de estabilidad y seguridad asociada al dólar, que lo posiciona como el activo refugio por excelencia en tiempos de incertidumbre económica global. Esto crea un círculo virtuoso: en periodos de crisis, los inversores acuden al dólar, impulsando su valor, lo que a su vez atrae aún más capital.
Empresas e inversores internacionales requieren dólares para operar en el mercado estadounidense, lo que amplifica la demanda de la divisa. En momentos de desequilibrios económicos globales, esta posición privilegiada de Estados Unidos permite al USD mantener su hegemonía, incluso en un entorno de creciente competencia.
Sin embargo, esta dinámica no está exenta de implicaciones significativas en los mercados financieros globales. La mayor demanda del dólar y su consecuente fortalecimiento abaratan las importaciones para los consumidores estadounidenses, pero encarecen las exportaciones, afectando la competitividad internacional de las empresas de Estados Unidos (todo lo contrario de lo que quiere Trump). Al mismo tiempo, una apreciación sostenida del dólar puede desestabilizar otras economías, especialmente aquellas con deudas denominadas en dólares, que ven incrementada su carga financiera. Esto genera un desequilibrio que penaliza a los mercados emergentes y a los países exportadores dependientes de materias primas, cuyos precios suelen caer ante un dólar fuerte.
En el ámbito de los mercados, la atracción hacia activos denominados en dólares, como acciones, bonos e inmuebles, puede elevar su valoración, beneficiando a los inversores que ya poseen estos activos. Sin embargo, esta preferencia por el USD también crea volatilidad global, ya que el capital fluye hacia Estados Unidos en detrimento de otras regiones, provocando fluctuaciones abruptas en tasas de cambio y precios de activos en mercados emergentes.
Justo lo que estamos viendo.
Ucrania ha llevado a cabo un ataque con misiles ATACMS, suministrados por Estados Unidos, contra territorio ruso, marcando un nuevo punto de inflexión en el conflicto. El ataque, dirigido a una instalación militar en la región de Bryansk, ha sido presentado por Moscú como parcialmente contenido, afirmando que sus sistemas defensivos interceptaron cinco de los seis misiles lanzados, aunque uno impactó un depósito de armas causando un incendio menor. Ucrania, sin embargo, asegura que el ataque generó explosiones secundarias significativas en el objetivo.
La administración saliente de Joe Biden autorizó el uso de estos misiles de largo alcance, los más avanzados entregados hasta ahora a Ucrania, un paso que Rusia considera una escalada directa que podría implicar a Estados Unidos como parte activa del conflicto. En respuesta, el Kremlin ha endurecido su postura, anunciando una actualización de su doctrina nuclear que reduce el umbral para el uso de armas atómicas en caso de amenazas a su integridad territorial. Este movimiento fue criticado por el presidente Zelenskiy, quien lo calificó como una señal de que Moscú no tiene interés en buscar la paz.
El ataque coincide con el día 1,000 de la guerra, un conflicto que ha dejado un quinto del territorio ucraniano bajo ocupación rusa y millones de desplazados. Mientras Ucrania intenta utilizar avances tácticos, como la captura de un enclave en la región rusa de Kursk, como palanca para futuras negociaciones, la capacidad ofensiva mejorada que ofrecen los ATACMS podría no ser suficiente para alterar significativamente el curso del conflicto, dado el tiempo que ha tomado su implementación.
En el frente diplomático, el contexto se simplifica con la probable vuelta de Donald Trump al poder en Estados Unidos. Su promesa de resolver rápidamente el conflicto ha generado especulaciones, aunque sin detalles concretos, sobre cómo podría influir en las posiciones de ambas partes. Mientras tanto, la guerra sigue intensificándose: Rusia refuerza sus líneas en Kursk con la presencia de tropas norcoreanas, mientras Ucrania lidia con el impacto de los bombardeos renovados sobre su infraestructura energética.
La incertidumbre domina el horizonte. Kiev insiste en una retirada total de las fuerzas rusas y en garantías de seguridad equivalentes a la membresía en la OTAN, mientras Moscú exige el reconocimiento de sus anexiones y la renuncia de Ucrania a sus aspiraciones occidentales. Con ambos bandos firmes en sus posturas y pérdidas humanas que se cuentan en cientos de miles, el conflicto parece lejos de encontrar un desenlace, mientras el invierno y la presión internacional añaden nuevas capas de complejidad a una situación ya de por sí crítica.
El resurgimiento de la exploración en aguas profundas está marcando una nueva era en la industria del petróleo, impulsada por varios factores. Por un lado, el crecimiento explosivo del esquisto en EE.UU. ha perdido impulso, mientras que la invasión rusa de Ucrania ha disparado los precios del petróleo, incentivando a las empresas a explorar nuevas fuentes. Además, gobiernos priorizando la seguridad energética sobre las metas climáticas han allanado el camino para que las grandes petroleras aumenten sus inversiones en proyectos de largo plazo, desde el Golfo de México hasta nuevas fronteras en Guyana, Brasil y Namibia.
Desde una perspectiva económica, la exploración en aguas profundas no está exenta de controversia. Aunque estas operaciones representan una de las fuentes más prometedoras de crecimiento fuera de la OPEP hacia finales de la década, críticos como Carbon Tracker advierten que estas inversiones podrían convertirse en activos varados si la transición energética avanza más rápido de lo esperado. La pregunta de si la industria asumirá los costes de desmantelamiento de plataformas y equipos sigue abierta, mientras que el riesgo de que estas infraestructuras queden obsoletas antes de tiempo plantea problemas de valor terminal y condiciona los compromisos de CAPEX.
La realidad es que la demanda de petróleo se espera estable en la próxima década, y la producción global declina un 4-5% anual, alcanzando hasta un 8% en proyectos de aguas profundas, lo que hace necesaria una inversión continua para evitar un colapso en la oferta y un aumento explosivo de los precios.
Esta semana ha quedado claro que la carrera corporativa por Bitcoin se está intensificando. MicroStrategy ha adquirido otros 51,780 BTC por un total de 4.6B$, reafirmando su posición como líder en la acumulación de este activo. Mientras tanto, MARA ha anunciado una emisión convertible de 700 millones de dólares con el objetivo de incrementar sus reservas de Bitcoin.
Por otro lado, Semler Scientific, una compañía más pequeña en comparación, ha recaudado 21 millones de dólares a través de un programa de colocación en el mercado (ATM) y ha adquirido 215 BTC. Metaplanet también se suma a este frenesí, con una oferta de deuda por 1.75 mil millones de yenes destinada exclusivamente a comprar más Bitcoin.
El panorama muestra una creciente competencia entre empresas por acumular Bitcoin, una señal de que la narrativa institucional en torno al activo está ganando cada vez más tracción. Los flujos a los ETF validan esta percepción, con 3.35B$ de flujos netos en la semana (vs 315M$ de nuevos BTC minados).
Si miramos el acumulado por meses, que elimina todo el ruido del día a día, la imagen es clara y sus implicaciones deberían serlo también.
Esta semana, los datos de inventario de la EIA (+0.54Mb de crudo, -0.14Mb en Cushing, +2Mb/d de gasolina y -0.11Mb de destilados) han pasado desapercibidos ante el aluvión de datos con implicaciones para el pronóstico del balance de mercado futuro que hemos tenido.
El informe de la IEA de noviembre expone una desconexión importante entre los balances teóricos de oferta y demanda y lo que realmente está ocurriendo en el mercado de petróleo. Según la agencia, el tercer trimestre de 2024 debía cerrar con un aumento de inventarios globales de 400,000 barriles diarios (bbl/d). Sin embargo, los datos observables narran una historia completamente distinta: los inventarios se contrajeron a un ritmo de 1.2 millones bbl/d, una discrepancia que multiplica por tres las estimaciones del modelo de la IEA. Este desfase se conoce como los “barriles desaparecidos”, una brecha que refleja un error sistemático en las proyecciones de la agencia.
Lo más alarmante no es solo la magnitud del error, sino su persistencia. A principios de 2024, la IEA pronosticaba acumulaciones de 1 millón bbl/d para cada uno de los últimos tres trimestres del año. Ahora, con los datos en mano, sabemos que esos inventarios nunca aparecieron. Este error de cálculo masivo ha pasado prácticamente desapercibido, pero sus implicaciones son profundas.
En el cuarto trimestre, es probable que volvamos a ver una repetición de esta tendencia, lo que añadiría más barriles desaparecidos al balance global. Si la IEA está subestimando la demanda o sobreestimando la oferta en estas proporciones, los datos reales seguirán pintando un cuadro mucho más ajustado de lo que el consenso espera. Esto implica que el déficit de suministro actual se trasladará directamente a los balances de 2025, reduciendo considerablemente los excesos de inventarios proyectados para ese año.
Este carry-over del déficit podría recortar las acumulaciones previstas por la IEA en hasta 500,000 b/d, prácticamente eliminando la mayor parte de los incrementos proyectados para 2025.
Vitol, uno de los mayores traders de materias primas del mundo, publicó su visión sobre el mercado del petróleo en los años venideros. Debido a que su único interés es monetario y comercial, su visión acostumbra a ser una de las más realistas, y prevé un crecimiento de la demanda hasta 2030+, impulsado por el sector de petroquímicos y lastrado por la movilidad (gasolina, gasoil…), lo cual seguramente es bastante razonable. Los inversores acostumbran a asumir que la demanda de petróleo depende únicamente del transporte, obviando el resto de componentes, que tienen vientos de cola significativos en los próximos años.
Con estas perspectivas, tanto a corto como a largo plazo, Goldman Sachs ha publicado la siguiente estimación de precios del petróleo, que prevé un rango de 70$/b-85$/b para 2025, aunque con mucha más opcionalidad al alza que a la baja. En mi opinión, para 2025 el rango debería ser más ajustado al alza (80$/b-90$/b), pero se infraestima el potencial de precios a más largo plazo.
En el panorama político, empiezan a llegar también noticias positivas. Trump ha nombrado a Chris Wright, un veterano de la industria petrolera como nuevo secretario de energía.Nuevo secretario Chris Wright. A partir de ahora, es probable que la diferencia entre Europa y Estados Unidos que hemos visto en el primer artículo de esta publicación se acrecente todavía más y a mayor velocidad, con un pragmatismo opuesto entre dos regiones. En las siguientes semanas iremos comentando más en detalle las implicaciones que puede tener este nombramiento pero, entretanto, os dejo un decálogo publicado por el mismo Chris Wright no hace mucho:
¡La energía es esencial para la vida, y el mundo necesita más de ella!
El mundo moderno de hoy funciona y está construido con hidrocarburos.
Los hidrocarburos son fundamentales para mejorar la riqueza, la salud y las oportunidades de vida de los siete mil millones de personas menos energizadas que aspiran a formar parte del privilegiado mil millones del mundo.
Los hidrocarburos suministran más del 80 % de la energía global y miles de materiales y productos esenciales.
La Revolución del Shale en Estados Unidos transformó los mercados energéticos, la seguridad energética y la geopolítica.
La demanda global de petróleo, gas natural y carbón está en niveles récord y sigue aumentando: no ha comenzado ninguna transición energética real.
Las alternativas modernas, como la solar y la eólica, solo cubren una parte de la demanda eléctrica y no reemplazan los usos más críticos de los hidrocarburos. La energía nuclear, densa y confiable, podría tener un mayor impacto.
Hacer que la energía sea más cara o menos confiable pone en riesgo a las personas, la seguridad nacional y el medio ambiente.
El cambio climático es un desafío global, pero está lejos de ser la mayor amenaza para la vida humana.
Erradicar la pobreza energética para 2050 es un objetivo superior al de emisiones netas cero para 2050.
Amén.